Narración
de un viaje a Chile y reflexiones sobre un patriotismo diferente (incluye
diccionario chileno-español)
Lo que sigue es una descripción, más o menos somera, y aderezada con reflexiones
personales, del viaje que he realizado (y no que “realicé”, puesto que empiezo
a escribirlo en el mismo vuelo de vuelta) durante el mes de abril de 2019 a la
República de Chile, en concreto a la ciudad de Valparaíso, por motivos de
trabajo. Ni lo de Valparaíso ni lo del trabajo son términos excluyentes, puesto
que también tuve la ocasión de conocer otros lugares distintos a la escamosa
ciudad porteña (Santiago, Viña del Mar, Puerto Baras, Chiloé, etc.) y no solo
me dediqué a trabajar, como seguramente el lector de estas líneas inferirá.
(Puede que la prosa de este texto, a diferencia de los anteriores de
este solitario blog, me vaya a salir un tanto “nerudiana”, y es que vuelvo
leyendo uno de los pocos libros que en verso no escribió el poeta de los Andes:
su autobiografía “Confieso que he vivido”. Y es que a mí siempre se me han
pegado lo estilos literarios, a diferencia de los acentos (como bien saben mis
amigos andaluces)).
1:
Valparaíso y Viña del Mar
Mi estancia en Valparaíso, por iniciativa e invitación de mi apreciado
amigo Daniel Ramírez, profesor electroquímico de la Universidad homónima,
científico entusiasta y mejor persona, transcurrió como un suspiro prolongado,
rápido (por lo ocupado) e intenso como
una bocanada de aire húmedo y marino. He dicho de Valparaíso que es una ciudad
“escamosa” porque su belleza es morfológica y azuleja, como las teselas de un
mosaico o las escamas de un caimán. Podría ser la ciudad más hermosa del Cono
Sur, sino fuera porque sus fundadores y habitantes la han dejado ahí como
tirada, desparramada entre su Cerros, con sus casitas de chapa y madera,
rodando como dados de colores hacia el mar. Muchos de sus bellos edificios
históricos, procedentes de la época de lo que yo llamo la “segunda
colonización”, la que realizaron británicos y otros europeos durante el siglo
XIX e inicios del XX, están tristemente abandonados o poco cuidados. Su
presencia me recuerda el “encanto decadente” con el que se ha definido el
actual Portugal. De Valparaíso llama la atención la profusión de grafitti, los desperdicios que afean los
rincones y la miríada de perros sin dueño, auténtica “minoría étnica” de la
ciudad. Si no fuera por el bullicio y hormigueo de sus actuales habitantes, las
innumerables tiendas, locales, bares y restaurantes, y el paso continuo y
furioso de los acelerados “micros” (microbuses), sus calles podrían ser el
escenario de una superproducción de Hollywood ambientada en un futuro
apocalíptico, arrasado por una bomba atómica o una rebelión zombi.
Valparaíso, visto desde el
cerro de Playa Ancha
En toda esta maraña sanguínea y desarmada, tengo que destacar algunos
bellos lugares: Cerro Alegre, donde el “encanto decadente” alcanza su máxima
expresión, el Museo al Aire libre, donde los grafitti, ahí sí, alcanzan la categoría de arte urbano e
inteligente, Cerro Concepción, los “ascensores” históricos (leáse funiculares),
y, sobre todo, “La Sebastiana”, una de las tres casas históricas de Pablo Neruda,
y que merece una descripción aparte.
Dos bellos rincones del Museo
al Aire Libre de Valparaíso
No pongo fotos de la casa de Pablo Neruda porque no está permitido
hacerlas, salvo hacia el exterior, ese entorno aéreo y marino en el que él
decidió “edificar” su casa. Siempre pensé que Neruda era un pintor de la
palabra, pero al visitar su casa comprobé que también era un singular “decorador”.
Y es que decoró su casa de la misma forma que escribió sus poemas, juntando
palabras sin conexión real ni lógica, solo fantástica y extravagante, donde el
único denominador común es la simple belleza. De Pablo Neruda hay que decir que
era un “vividor” con todas letras, le gustaba beber, comer y las buenas vistas,
entre las que se encontraban sus innumerables mujeres (incluyendo la que le
acompañó en aquella casa, última mujer de su vida).
(Transcribo el poema que dedicó a la casa, toda una joya, el poema y la casa)
“YO construí
la casa.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad.
La hice primero de aire.
Luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada
del firmamento, de la estrella, de
la claridad y de la oscuridad.
Cemento, hierro, vidrio,
eran la fábula,
valían más que el trigo y como el oro,
había que buscar y que vender,
y así llegó un camión:
bajaron sacos
y más sacos,
la torre se agarró a la tierra dura
-pero, no basta, dijo el constructor,
falta cemento, vidrio, fierro, puertas-,
y no dormí en la noche.
eran la fábula,
valían más que el trigo y como el oro,
había que buscar y que vender,
y así llegó un camión:
bajaron sacos
y más sacos,
la torre se agarró a la tierra dura
-pero, no basta, dijo el constructor,
falta cemento, vidrio, fierro, puertas-,
y no dormí en la noche.
Pero crecía,
crecían las ventanas
y con poco,
con pegarle al papel y trabajar
y arremeterle con rodilla y hombro
iba a crecer hasta llegar a ser,
hasta poder mirar por la ventana,
y parecía que con tanto saco
pudiera tener techo y subiría
y se agarrara, al fin, de la bandera
que aún colgaba del cielo sus colores.
crecían las ventanas
y con poco,
con pegarle al papel y trabajar
y arremeterle con rodilla y hombro
iba a crecer hasta llegar a ser,
hasta poder mirar por la ventana,
y parecía que con tanto saco
pudiera tener techo y subiría
y se agarrara, al fin, de la bandera
que aún colgaba del cielo sus colores.
Me dediqué a las puertas más
baratas,
a las que habían muerto
y habían sido echadas de sus casas,
puertas sin muro, rotas,
amontonadas en demoliciones,
puertas ya sin memoria,
sin recuerdo de llave,
y yo dije: "Venid
a mi, puertas perdidas:
os daré casa y muro
y mano que golpea,
oscilaréis de nuevo abriendo el alma,
custodiaréis el sueño de Matilde
con vuestras alas que volaron tanto."
a las que habían muerto
y habían sido echadas de sus casas,
puertas sin muro, rotas,
amontonadas en demoliciones,
puertas ya sin memoria,
sin recuerdo de llave,
y yo dije: "Venid
a mi, puertas perdidas:
os daré casa y muro
y mano que golpea,
oscilaréis de nuevo abriendo el alma,
custodiaréis el sueño de Matilde
con vuestras alas que volaron tanto."
Entonces la pintura
llegó también lamiendo las paredes,
las vistió de celeste y de rosado
para que se pusieran a bailar.
Así la torre baila,
cantan las escaleras y las puertas,
sube la casa hasta tocar el mástil,
pero falta dinero:
faltan clavos,
faltan aldabas, cerraduras, mármol.
Sin embargo, la casa
sigue subiendo
y algo pasa, un latido
circula en sus arterias:
es tal vez un serrucho que navega
como un pez en el agua de los sueños
o un martillo que pica
como alevoso cóndor carpintero
las tablas del pinar que pisaremos.
llegó también lamiendo las paredes,
las vistió de celeste y de rosado
para que se pusieran a bailar.
Así la torre baila,
cantan las escaleras y las puertas,
sube la casa hasta tocar el mástil,
pero falta dinero:
faltan clavos,
faltan aldabas, cerraduras, mármol.
Sin embargo, la casa
sigue subiendo
y algo pasa, un latido
circula en sus arterias:
es tal vez un serrucho que navega
como un pez en el agua de los sueños
o un martillo que pica
como alevoso cóndor carpintero
las tablas del pinar que pisaremos.
Algo pasa y la vida continúa.
La casa crece y habla,
se sostiene en sus pies,
tiene ropa colgada en un andamio,
y como por el mar la primavera
nadando como náyade marina
besa la arena de Valparaíso,
se sostiene en sus pies,
tiene ropa colgada en un andamio,
y como por el mar la primavera
nadando como náyade marina
besa la arena de Valparaíso,
ya no pensemos más: ésta es la casa:
ya
todo lo que falta será azul,
lo
que ya necesita es florecer.
Y eso es trabajo de la primavera."
“Pegada” literalmente a “Valpo”, a diez minutos en “micro” y también
junto a la costa, se encuentra Viña del Mar. No diré que sea la antítesis de
Valparaíso, pero sí que es un lugar que pese a la cercanía, es completamente
distinto. Viña del Mar es más señorial y palaciega, con aires aristocráticos y
elitistas, con su Cerro del Castillo y su Palacio Wulff. Si Valparaíso es
puerto, Viña del Mar es playa. Si Valparaíso son grafitti y trolebuses históricos, Viña del Mar son “relojes de
flores” y grandes avenidas con metro subterráneo.
Viña del Mar vista desde el
Cerro del Castillo. El castillo Wulff en segundo plano y Concón al fondo, al
otro lado de la bahía.
Un poco más lejos de Viña, hacia el norte, se encuentra Reñaca y Concón (o Con-con). Este lugar es interesante por albergar un exótico paisaje, básicamente por su situación: la dunas de Concón. Este curioso lugar es un complejo dunar de mareante elevación pegado al mar y rodeado, o sitiado mejor dicho, por el urbanismo salvaje de la megalópolis.
(continuará...)
Dunas de Concón
A pesar de sus diferencias, Valparaíso, Concón, Viña del Mar, son auténticamente Chile, el país elongado y aun así sorprendentemente uniforme. Como una manguera que se ha desenrollado para comunicar los mundos de la Tierra.
A pesar de sus diferencias, Valparaíso, Concón, Viña del Mar, son auténticamente Chile, el país elongado y aun así sorprendentemente uniforme. Como una manguera que se ha desenrollado para comunicar los mundos de la Tierra.
(continuará...)
Pequeño diccionario Chileno-Español
Al tiro - hacer algo inmediatamente, o, como se diría en Sevilla, "del tirón"
¿Cachai? - ¿Entiendes?
Café con piernas - cabaré, bar de sospechosa reputación
¿Cachai? - ¿Entiendes?
Café con piernas - cabaré, bar de sospechosa reputación
Chancho – cerdo. “La culpa no la tiene el chancho si no el que le da
el afrecho” – dicho popular, "pasarlo chancho" - pasarlo bien
Choclo – maíz
Colectivo – taxi compartido
Comida al paso - comida para llevar
Concha - vulva
Estar pato - sin blanca
Guata – Estómago, tripa
Hueco – gay
Huevón - puede significar cualquier cosa dependiendo del tono o enfásis con el que te lo digan
Huevón - puede significar cualquier cosa dependiendo del tono o enfásis con el que te lo digan
Micro - microbús
Nopo – No
Ocupar - Usar
Piscosauer – cóctel peruano a base de pisco, muy popular (también) en
Chile
Paila marina – delicioso caldo de marisco (mejor dicho, marisco con
caldo) típico chileno
Palta – aguacate, guacamole
Pico - pene
Pilucho – desnudo
'Po, 'Poh - pues, claro (se pone al final de una frase o palabra para indicar obviedad)
'Po, 'Poh - pues, claro (se pone al final de una frase o palabra para indicar obviedad)
Polla – lotería
Pololo, polola, pololear - novio, novia, ir de novios
Protesta – manifestación callejera
Pucha - lástima, qué pena
Sipo – Si
Taco
- atascoTenedor libre - buffet libre