lunes, 30 de diciembre de 2019

Ascensión al Chozo Aranguez desde Valsaín - Sierra del Guadarrama


Lo que sigue es la narración breve de la ascensión navideña (29 de diciembre de 2019 para ser más exactos) al llamado Chozo de Aranguez desde el Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM) de Valsaín, cerca de la Granja, en la provincia de Segovia.

Se trata de una caminata de unas 5 o 6 horas, clásica y relativamente sencilla, pero también muy bonita y representativa de la vertiente norte del macizo de Peñalara y de la Sierra del Guadarrama, auténtico tesoro natural situado a 60 Km de la megalópolis madrileña. La ruta pasa por bellos parajes como la Cueva del Monje, las cascadas de Chorranca, Majada de Aranguez, Majada Hambrienta y los chozos de Aranguez y del Tio Levita. 

Tenéis un enlace a la ruta aquí: (de aprox. 1200 metros hasta 1880 metros, en unos 15-16 km)


Tras rellenar  nuestras cantimploras en la fuente de La Fuentecilla, al inicio de la vertiente segoviana del Puerto de Navacerrada, iniciamos nuestra marcha las 9 menos diez de la mañana desde el CENEAM. El día amanece estable y despejado, pero hace frío, las temperaturas rondan los  3-5º. El camino inicial es una pista forestal bien marcada con una suave pendiente. Caminamos entre 1200-1400 metros de altitud. 

Atravesado el robledal y el inicio de la cubierta de pinos, por una zona llamada Cueva del Monje y su arroyo homónimo (donde también podemos visitar el refugio de anfibios), nos desviamos a la izquierda para cruzar la pista forestal en perpendicular y empezar a tomar altura. 



En unos veinte minutos se alcanza el Arroyo de la Chorranca, que debido a las fuertes lluvias y nevadas que cayeron en la zona a inicios de diciembre, baja con muchísima agua. 



El paso resulta dificultoso, aunque por fortuna improvisados puentes de troncos facilitan el vadeo del arroyo y la continuación del camino por su ribera derecha. A pocos metros comenzamos a escuchar el rugido de las Cascadas de la Chorranca. Es esta zona una de las más atractivas de la caminata, atractivo que se ve aumentando en nuestro caso por el enorme caudal de agua que llevan las cascadas, más propio de un deshielo de inicio de primavera que de la situación típica de finales de diciembre (ah, ese cambio climático que poco a poco lo va transformando todo...)



Seguimos las ascensión por la orilla derecha del arroyo hasta cruzar la pista forestal y empezar a tomar altura de forma sostenida. Comienza a distinguirse entre los pinos la impresionante meseta castellana y la ciudad de Segovia, barco de piedra milenaria cruzando la planicie que rellena ese espacio inmenso entre el Guadarrama (espalda de Castilla como decía Cela) y la cordillera Cantábrica.


A aproximadamente unos 1700 metros de altitud comienza otra de las estrellas del recorrido, ese altiplano con sabor alpino que se extiende bajo la mole imponente del Peñalara. El terreno se muestra aterciopelado y húmedo, en parte congelado, y en toda su extensión atravesado por multitud de capilares de agua de reciente formación que empapan (y adornan) todo el paisaje a nuestro alrededor. 



Los pinos que nos han venido acompañando en la mayor parte del recorrido desaparecen poco a poco o reducen su estatura, recordándome con ello el cambio paulatino de paisaje que uno experimenta cuando recorre Escandinavia de sur a norte. Y es que la Sierra del Guadarrama tiene ese enorme privilegio de contener en una franja de una decena de kilómetros y poco más de 1000 metros de desnivel, una rica variedad de paisajes de montaña, desde el templado bosque mediterráneo a la representación atlántico-alpina de lugares situados a miles de kilómetros. 

Llegamos entonces al principal objetivo y punto más alto de la caminata, el Chozo de Aranguez, situado en un espectacular entorno, al pie del macizo de Peñalara, levitando sobre la campiña castellana y la ciudad de Segovia, y ofreciendo inmejorables vistas de la Pinareja y La Mujer Muerta




Tras recobrar fuerzas con un bocadillo degustado donde mejor sabe (a 1880 metros de altitud bajo el sol recién amanecido) emprendemos el descenso en trayectoria circular. Bellas estampas nos esperan todavía como la Majada Hambrienta y el Chozo del Tío Levita.





Una fuente en el camino, ya llegando al final de recorrido, nos refresca y nos recuerda que, aunque no lo parezca, estamos a finales de diciembre, y que ese sol que empieza a calentar con fuerza no es propio de esas fechas (aunque las cosas cambian, y el clima, cómo no, también)



Finalizamos la ruta tras 5 horas y 20 minutos de esfuerzo sostenido y recio, saboreando las vistas que la Sierra nos brinda a orilla del Eresma, bajo el sol sobrevenido de un temperado diciembre de 2019.






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